Me quebré
Sabía que alguna vez podía pasarme. Al fin y al cabo me considero bastante “flan”, y los que me conocen me han visto aflojar alguna vez.
Pero esto fue distinto. Me quedé sin palabras. Simplemente no pude contenerme.
Algunos dirán que han sido tiempos duros para mi, que no la he tenido fácil en estos días o que por algún lado tenía que escapar la presión.
Lo cierto es que hoy, en una reunión con un grupo de mujeres, me di cuenta de que las supuestas certezas que tenía eran una sólo un escape.Una careta pequeñoburguesa que a veces sirve para creer que las cosas tienen sentido, pero que sabemos que es sólo una careta.
Hoy me junte con las “Madres del Paco”, que es un grupo de mujeres que vieron como sus hijos empezaron a consumir esa mierda, como se los consumió, como los mató.
Supuestamente yo iba a enseñarles algo. Iba a hablarles de redes, políticas comunes, sujetos de derechos……..
Lo he hecho miles de veces. Me encanta y soy bueno haciéndolo. “Te arma un proyecto de vereda con una sola baldosa” dicen algunos amigos.
Pero nada, nada de lo que estudié, leí o inventé me preparó para una dosis de realidad como la que viví.
Las escuche una a una.
Cada una con su historia.
Cada una con sus lágrimas.
Estrujándose las manos, agarrando alguna foto, señalando a los claros culpables.
A medida que pasaban los detalles, me preguntaba sobre el verdadero sentido de todo esto. Hasta que punto yo podía darles algo ayudarlas en qué?.
Si lo único que se me ocurría era pedirles que me dijeran cómo podían levantarse todas las mañanas y pensar en luchar.
Cómo tienen fuerzas para hablar con policías, ministros, funcionarios.
Quería ver el por qué de esa entrega, de esa falta de egoísmo con lo único que lo justifica, al fin y al cabo, la muerte de un hijo
De golpe me di cuenta.
Me acordé algo que había olvidado convenientemente.
Casi como un anticuerpo, que genera la función pública: la autocomplacencia había hecho bien su trabajo, una vez más.
El creer que basta con arreglar algo, un par de cosas. A lo sumo intentar y “ que le vas a hacer, si las cosas son como son…” “vos no podés hacerlo todo, sino te frustrás”, “Si al fin y al cabo también tenés una vida propia”
Me acordé de algo que olvidé.
O que tapé, pero que no se fue nunca del todo.
Eso que me hizo empezar a militar en la facultad.
Ese fuego sagrado que nos quema las entrañas ante lo que consideramos una injusticia. Lo que me hacía levantarme todas las mañana y ponerme en la mesita.
Lo que debería moverme ahora
El entender que uno no era nada como un individuo y pasaba a serlo todo como parte de un proyecto.
Que hay luchas que trascienden nuestra propia existencia.Y esas son las que verdaderamente merecen ser luchadas.
Y ante las cuales hay opciones claras
Recordé porqué elegí esta vida.
Y mientras me enseñaban, me abrazaban, me consolaban, me animé a decirles COMPAÑERAS
lunes, 30 de junio de 2008
domingo, 15 de junio de 2008
EL encuentro...
Todavía puedo sorprenderme. Todavía puedo encontrar quienes me cautiven y con quienes sería mucho más fácil pasar algunos tramos de este presente. Debo confesar que fui al encuentro sin muchas expectativas. Digamos que sin ninguna. Y encontré gente tan amable, sí amable es la palabra. Que realmente me convencí de lo absurdo de mis prejuicios, y me alivié de no haberle hecho caso. No voy a teorizar sobre los espacios virtuales, las TIC, y que se yo cuantas cosas. Ahí había gente de verdad, dispuestas a compartir por sobre las diferencias de edades, género, historia etc. Gente que desafió la caracterización de “pueblocerradodelorto” que tiene Mendoza. Y a la cual gustoso los invitaría a mi cumpleaños, con mucho más derecho que algunos que dicen ser mis amigos. Seguro no va a faltar oportunidad para que podamos compartir otro momento así. Con algunas carnes a la parrilla o simplemente un vinito. Por lo pronto se que la compañía será excelente.
Sirva esto como humilde agradecimiento a Fran y a los que lo hicieron posible, y como desafío para que el próximo mes concretemos el asadito.
Sirva esto como humilde agradecimiento a Fran y a los que lo hicieron posible, y como desafío para que el próximo mes concretemos el asadito.
domingo, 8 de junio de 2008
Los calzoncillos y las madres...
“Te cambiaste el calzoncillo? Mirá si tenés un accidente y en el hospital te tenés que sacar el pantalón? Andá cambiate. Cuidate mucho” beso con ruido y al fin la libertad!!
A quien no le han dicho esto alguna vez? A quién no le pareció una excentricidad comparable con la de coleccionar chicharrones con forma de famosos, esta frase?
Como si me preocupara algún detalle escatológico cuando estén tratando de salvarme algún miembro o separándome de lo que parece ser un vehículo. Ni que hablar de las emergencias más bizarras que se me ocurren y de las cuales estoy más cerca de que ocurran.
No obstante esto, hace unos días que me acuerdo sistemáticamente de esta recomendación/consejo/orden. Con gracia. Pero con mucha más ternura que gracia, en realidad.
Para ser sincero, con cierta añoranza, con melancolía y hasta con ganas de escucharlo de nuevo.
Es que, si se ponen a pensar, esto es una genialidad del arte Naïf, es la construcción perfecta del relato de amor. Es decirte “Estás grande para que te diga que me muero si te pasa algo, que te amo por sobre todo y todos y para colmo no sé como vas a tomar si te digo que quiero que todos vean lo hermoso que sos, incluso en la sala de operaciones” O que refuerzan, de alguna forma extraña que ellas sólo saben, un sentido de propiedad único, de marcar, por si hay alguna duda, de que ellas son quienes más te conocen y a quienes les pertenecés por sobre cualquier otra chirusita o chambón que ose mirarte en interiores.
Pero la verdad es que lo extraño.
Esta libertad de salir con los calzones sucios, sin ellos, o incluso olvidárselos en algún lado me da melancolía.
Será que hace tiempo yo tenía alguien más a quién yo le parecía perfecto, que se preocupaba por lo que me pasara, que me perseguía con obsesión maternal por mis frecuentes omisiones de pulcritud. Que me creía que era de su propiedad y que, por sobre todos y todo, me conocía más que nadie. Lo peor es que yo renegaba constantemente de eso. No entendía o no quería entender. Lo consideraba un hostigamiento, celos, exceso de tiempo libre…… no sé.
Hace menos tiempo me ví preocupándome igual por alguien que no lo notaba o no lo quería. Y no está bueno el rechazo. No es que uno pretenda que se lo agradezcan por parecerse a una idishe mamele con síndrome del nido vacío o Munchausen , esa no es la idea de macho que quiero dar precisamente, pero si que noten cuanto te importan.
Es todo.
No por que sea un cliché, deja de ser cierto. Extraño importarle tanto a alguien.
Por lo pronto he decidido viajar la casa de mi vieja. Que siempre me va ha preguntar si me cambié los calzoncillos, y siempre, siempre, lo voy a hacer. No por esas cuestiones de urbanidad, ni esa raro placerque se siente al ponerse ropa limpia. Sino porque si algo sale mal. O muy bien. Si tengo un accidente, o me los olvido en alguna casa que no sea la mía. Quiero que quede claro, clarísimo, sea un enfermero de 200 kilos o una ocasional ninfa que despierte conmigo, que a alguien le importo tanto, tanto, como para cambiarme a diario la ropa interior.
A quien no le han dicho esto alguna vez? A quién no le pareció una excentricidad comparable con la de coleccionar chicharrones con forma de famosos, esta frase?
Como si me preocupara algún detalle escatológico cuando estén tratando de salvarme algún miembro o separándome de lo que parece ser un vehículo. Ni que hablar de las emergencias más bizarras que se me ocurren y de las cuales estoy más cerca de que ocurran.
No obstante esto, hace unos días que me acuerdo sistemáticamente de esta recomendación/consejo/orden. Con gracia. Pero con mucha más ternura que gracia, en realidad.
Para ser sincero, con cierta añoranza, con melancolía y hasta con ganas de escucharlo de nuevo.
Es que, si se ponen a pensar, esto es una genialidad del arte Naïf, es la construcción perfecta del relato de amor. Es decirte “Estás grande para que te diga que me muero si te pasa algo, que te amo por sobre todo y todos y para colmo no sé como vas a tomar si te digo que quiero que todos vean lo hermoso que sos, incluso en la sala de operaciones” O que refuerzan, de alguna forma extraña que ellas sólo saben, un sentido de propiedad único, de marcar, por si hay alguna duda, de que ellas son quienes más te conocen y a quienes les pertenecés por sobre cualquier otra chirusita o chambón que ose mirarte en interiores.
Pero la verdad es que lo extraño.
Esta libertad de salir con los calzones sucios, sin ellos, o incluso olvidárselos en algún lado me da melancolía.
Será que hace tiempo yo tenía alguien más a quién yo le parecía perfecto, que se preocupaba por lo que me pasara, que me perseguía con obsesión maternal por mis frecuentes omisiones de pulcritud. Que me creía que era de su propiedad y que, por sobre todos y todo, me conocía más que nadie. Lo peor es que yo renegaba constantemente de eso. No entendía o no quería entender. Lo consideraba un hostigamiento, celos, exceso de tiempo libre…… no sé.
Hace menos tiempo me ví preocupándome igual por alguien que no lo notaba o no lo quería. Y no está bueno el rechazo. No es que uno pretenda que se lo agradezcan por parecerse a una idishe mamele con síndrome del nido vacío o Munchausen , esa no es la idea de macho que quiero dar precisamente, pero si que noten cuanto te importan.
Es todo.
No por que sea un cliché, deja de ser cierto. Extraño importarle tanto a alguien.
Por lo pronto he decidido viajar la casa de mi vieja. Que siempre me va ha preguntar si me cambié los calzoncillos, y siempre, siempre, lo voy a hacer. No por esas cuestiones de urbanidad, ni esa raro placerque se siente al ponerse ropa limpia. Sino porque si algo sale mal. O muy bien. Si tengo un accidente, o me los olvido en alguna casa que no sea la mía. Quiero que quede claro, clarísimo, sea un enfermero de 200 kilos o una ocasional ninfa que despierte conmigo, que a alguien le importo tanto, tanto, como para cambiarme a diario la ropa interior.
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