jueves, 10 de abril de 2008

no puedo

No te entiendo, o eso quiero creer. Me prometo una y mil veces no intentarlo más. Y me traiciono con la misma facilidad con la que me frustro después. El problema es que le encuentro cierto guto a la situación, y empieza a convertirse en una adicción más con la cual lidiar. No puedo dejar que siga, pero no puedo evitar caer en la absurda cotidianeidad del dolor. Creo que ya es mi amigo, o por lo menos un conocido bastante cercano. Mejor ahún es casi un pariente, porque yo no lo elegí y sin embargo me tocó en gracia su compañía casi constante. Se puede decir que nos miramos con cierta complicidad, y nos respetamos. Aunque secretamente percibo, en ese respeto, una estrategia certera para prolongar la agonía que supimos construir y que de a ratos es exquisita.
Las coincidencias son asombrosas....

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta vez soy yo la que no te entiendo. Por qué no respondiste el mail?

M

Nando dijo...

insisto, lo prefiero asado que girando en el espacio